
Que una comunidad no registra entre sus usos y costumbres espectáculos teatrales, pues se inventa alguno.
Kellé disponía de preciosas vedetes: Rita, Dorice, Bibiche, Pelagie, Rosalvine, Cristal, Destine ... Si no son nombres de vedete internacional, que venga dios y lo vea, digo yo.
Conocidas como les servantes, bailaban en las ceremonias religiosas. Con sus ensayos, camerinos, fans, escalafones y algún que otro renombrado crítico para añadir picante a la salsa. Todas ellas buenas amigas mías con las que charlaba entre semana lo que no está escrito. Ni creo se vaya a escribir.
Me sumé -como es obvio- al coro de seguidores incondicionales.
No hay misa digna de tal nombre que dure menos de hora y media. Las serias, serias de verdad alcanzan las dos y media, o tres.
Allí también se pasa el cepillo. Perdón: no se pasa, que lo dejan quietecito y quienes pasan son los feligreses. A la salida, reparto de la colecta. Cada uno se lleva lo que necesita: algo en metálico, lo más en especie. ¿A qué esperas?, pon en marcha estos fotogramas estáticos, muertos de la izquierda,
¡ quieren bailar para ti !
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