Tengo para mí que el CONGO es pura fiesta sobre
pura ruina. Un mundo sin espejos ni cristales. Un enjambre de sonidos de tam-tam
que viaja por sabanas pardas y verdes selvas. Selvas surcadas de
cazadores nocturnos, buscando decididos el brillo de un par de ojos en la
oscuridad iluminada por el haz de sus linternas.Para descargar sin
titubeo el disparo pronto y nutrir su choza. O vender la carne ansiada al
mejor postor.
Un hechizo que cabalga a lomos
de ritmos subyugantes. Te invade las defensas y arrasa tus esquemas como riada
que no perdona: cuando quieras reaccionar será tarde! Mil sonrisas seductoras
te habrán atado a su suelo y serás otro Gulliver inmovilizado por la
elasticidad de unos hilos que tiran de ti.

Hay días para la cordura
y días para la locura. Uno de éstos, el viajero que escribe decide irse a
convivir durante su mes de vacaciones con esos olvidados de la Tierra.
Convidados de piedra en un banquete de abundancia. Decisión mostrenca que da
con sus huesos en un poblado a 850 km de baches al norte del aeropuerto de Brazzaville y a unos 80 por debajo del
ecuador.
Si no te has matado por el camino de un golpe contra el interior de la
carrocería del todoterreno, enhorabuena: has llegado.
Aquí, 2ª entrega:
(Download anyway!
y Abrir -no contiene virus-)
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2:50,36
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