viernes, 4 de octubre de 2013

Minkandá, CIVITAS DEI, cap xxii (clip 1:15,33)


Tengo para mí que a falta de dos Minkandá no se puede quedar en el tintero  el alma más profunda de este pueblo: Nzámbe, Dios en lingala. La auténtica Civitas Dei.

Nadie -pero cuando escribo nadie, es nadie- puede imaginar en ambos Congos  que algún humano dé la espalda a la realidad de la existencia divina. Se dirigen a Él con el Tata wa biso yo ozalí na likolo: Padre nuestro, que anda que Tú sí que estás en el cielo y no nosotros, que ya nos ves aquí adónde estamos, en los mismísimos antípodas. ¡Pero míranos, Padre, míranos ya de una vez, cómo estamos y cómo nos tienen estos hijos de  p...!

Nota sobre la marcha.- Me perdonan ustedes esta licencia de traducción algo libre del Padrenuestro adaptada a las circunstancias, los tiempos que corrían y corren aquí lo mismo que en el espacio africano: es para ganarle un poco de realismo al relato.

Bajo qué confesión importa menos. Hasta el más tonto hace un botijo pues existen sectas sin número. Casi todos los obispos han fundado una congregación religiosa con sus ritos, tabúes, vestimentas y sobre todo bailes. Mucho baile -hei, hei, hei!- mucho ritmo -hou, hou, hou!- (por Dios vivo que no te falte eso: si te falta ... fracasas; estoy en condiciones de asegurártelo).

Echa 'espíritus' al cóctel sin miedo, no seas tímido. ¿Te falta todavía algo? Sí, lo principal, un toque de magia. Es imprescindible así que tú verás cómo te apañas. Tampoco es tan difícil, no te desanimes. Jesucristo: oh, ese sí que era el rey de la magia, el rey del ndoki bueno. El mejor mago de todos. Qué diferencia abismal. Oraciones, cánticos en latín no te cuento: como no entienden ni papa esa sí es magia de la buena. Uf!, grandioso, derroche de magia!

Va un ejemplo. La joven Mamá Allelluia habla con los espíritus. Espíritu de vivo a 3.000 CFA y de muerto a 5.000, que equivale al sueldo de un mes. Quien lo tenga (nadie). Los fines de semana yo dormía arrullado por cientos de aleluyas del Saturday Night Fever que montaba la señora a escasos 50 metros de mi almohada: mucho tam-tam, ritmo ... y francos CFA.

Cuando alguien fallece, exequias de una semana. Cánticos, bailes, oraciones, tam-tam  y cerveza sin que la noche los interrumpa. Nadie sabe cuándo termina un baile y empieza una oración. Ni si el cántico es profano o la cerveza divina. Todo lo mismo, todo divino: Nzámbe.

En las ciudades -no digamos en la capital- más refinados. Circula más dinero y se nota. Grupos de 'mamás' creyentes (todas) se ponen de acuerdo. No es fácil pero compran 50, 150 metros de tela igual y se confeccionan un liputa, un vestido largo. Mismo modelo para todas, increíble pero cierto.

Qué estilo, qué tan vistosas resultan tocadas ellas con sus boinas y pañuelos. Lo puedes comprobar aquí sin ir más lejos:
 
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MINKANDÁ, Cap XXI, (clip 3:23,63)


Tengo para mí que aquellas gentes son como estas. Nada especiales, oye.

Ni mejores ni peores.

Antes de viajar a África pensaba que los marcianos con antenas y los negros eran la misma cosa. Craso error: no tienen antenas, los marcianos sí. Todo el mundo sabía eso menos yo. Copulan mucho, creo. Quizá el doble que nosotros porque viven la mitad que nosotros (sobre esta cuestión no pude hacer estadística alguna y mira que me gustan). Como por otra parte tienen pocos entretenimientos pues empiezan a jugar a los trece, catorce años ejerciendo su biología con firmeza. En esa materia ni exámenes de septiembre ni repescas.
Cuando se matan entre sí son muy muy expeditivos. Rápidos: a razón de un cuarto de millón de cabezas por semana y sin gastar una bala (Ruanda, 1994). Ya dije: viven la mitad. A ese ritmo el holocausto solo le habría dado al bestia de Hitler para seis meses -de esto sí eché la cuenta- y además sin dejar huellas ni estúpidos daños colaterales. Pero a mí me parecieron pacíficos en general. Yo solo tuve que tirarme al suelo una vez para asegurarme de que no me cosieran a balazos. En otra ocasión me hicieron entrar manos arriba en un cuartucho de aduanas apuntado por tres o cuatro metralletas acusándome de espía (bah!, tonto, no te asustes, es que buscan propinas).
Claro que en aquellos años a mí me importaba un carajo irme al otro barrio. Marimar -fiel compañera de trabajo- se asustó al enterarse de que me iba a África: “mira, bonita, no me importaría morir debajo de un baobab –la tranquilicé–, otros se van a la legión, cielo: yo no puedo por la edad, sabes?”. Era una chica excelente y guapa; me quería y me quiere todavía.
 
Mangantes y chorizos pues como aquí. Los presidentes de esos países y sus cohortes se forran: les venden petróleo y materias primas a los golfos de sus amiguetes del norte* –apellidos ilustres que te suenan, dignos de todo respeto, eh–, y las cobran en sus CC personales de Suiza, París, etc. La ciudadanía que les vota no ha visto ni verá jamás un duro. De eso ya se encarga el FMI. Eso sí, la gente del partido que gana las elecciones, come: tarde y mal pero come.
 
 
Buena gente como digo. A mí solo me robaron lo justo. Cuando iba a cruzar el río Congo para ir a nuestra embajada en Kinshasa, va el aduanero y me pregunta relamiéndose de antemano el muy pillín:
- Sango nini, mondele, qué llevas en ese sobre.
- Documentos, le contesto.
- A ver, a  ver ... y sonríe con satisfacción el tío al ver cuatro billetucos esmirriados entre los papeles, que ya iba yo bien avisado por mi amiga Sor Ana.
- Mira, vamos a hacer una cosa –dice con educación el morenazo– tú te quedas la mitad y yo el resto, ¿qué te parece?
Qué me iba a parecer. El embajador español en el entonces Zaire tarda dos días en darme el pasaporte de mi hija Magalí.

- Perdona, chico, con esto de las masacres en Ruanda me tienen cosido a comunicaciones los del ministerio.

Me pone un coche oficial con chófer para regresar al embarcadero de vuelta a Brazzaville que yo hago gesto de rechazar.

-Estás tonto si crees que te voy a dejar volver andando al embarcadero. Te he dicho que no, que ni en taxi. ¿Quieres llegar en calzoncillos? Pues yo no quiero titulares en nuestra prensa. Hala, vamos, adentro y buena suerte, se despide de mí el tipo.

Agradecido por el detalle me sentí en ese coche como en casa: al fin y al cabo, estaba acostumbrado por mi profesión a los coches oficiales. Tan denostados hoy en nuestros lares patrios. Se lo agradecí en el alma. El miedo es libre -eso dicen- y en Kinshasa me sentí libre. Pero tan libre como nunca antes, os lo aseguro.

Y mientras atravesaba el río Congo en ferri –14 km entre ambas orillas– cruzados los dedos para que no cascase su único, viejo motor y no nos fuéramos por los rápidos para abajo (eso si los cocodrilos no nos metían antes cuatro bocados como pasó al poco, de hecho), me fijaba yo bastante en una chica preciosa que llevaba un liputa naranja, brillante como de seda y tal cuando se me acerca un chaval para decirme mondele, ¿te gusta, la quieres?
No llevaba yo el horno para tan lindos bollos -dicha sea la verdad-, que estaba mi cabeza y de ahí para abajo, concentrado todo ello en otros menesteres más acuciantes como los de traerme a mi hija a España. Que llevaba yo el pasaporte conseguido como oro en paño bien guardado y si alguien trata de birlármelo lo mato: oye, tal como te lo estoy diciendo que lo mato. Vaya si lo mato.

Si no llega a ser por esa circunstancia que ya digo, nos pasamos luego el chico, la chica y yo por mi habitación en la casa de los jesuitas que me acogían en Brazza y me trajino a la susodicha por una latita de sardinas (recuerda el lector ...?). O por diez bombons. Vaya, ya puestos igual me gasto 10 Fr CFA (200 PTA). No sé, oye, o gratis! que para ellas abrírsele a un mondele, aparte de ... ummm, ouuu!, es todo un prestigio social. Tal como te lo estoy diciendo que lo hago, vaya si lo hago!
Termino ya para no alargar mucho el cuento, no sin antes deciros que NAKOZONGA significa regresaré.
Y regresé, vaya si regresé ...
a llevarme aquella sonrisa,
aquellos ojos que andaba yo buscando.
Como te lo cuento que lo hice, oye.
 
Perdonadme las historias de la embajada y la travesía en ferri:
no vienen al caso ya que ocurrieron ... 
¡ dos años después de estos MINKANDÁ !
3:23,63
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*
¿Te suenan apellidos tales como Bouygues y Mitterrand? El segundo, desde luego: es el hijo del que fuera presidente de la república. Y Bouygues es el dueño de la mayor empresa de construcción francesa. En el libro de la derecha se explican sus rapiñas canallescas en el África francófona. Las suyas y las de docenas de ladrones con apellidos ilustres (ilustres, por qué) que ocupando altos cargos en el estado tiene la facilidad de robar sin que jamás les pase nada. Al contrario, son agasajados en embajadas, ministerios y ecos de sociedad. De nuestra sociedad en que vivimos mirando para otro lado.

MINKANDÁ, Cap XVIII (clip 1:11,00)

Tengo para mí que a veces es más dulce la tristeza que la alegría.

Pero ¿quién puede medir eso? Alguien podrá decir aquello de que 'nada es verdad ni mentira, que todo es según el color del cristal con que se mira'.

En mi viaje al África profunda yo llevaba unos cristales de color especial. No tengo empacho en decirlo y, pasados veinte años, aún me congratulo de ello.

Un color que me facilitara -como ya dije- el reencuentro con aquellos ojos en los que yo me miraba y aquella sonrisa que me habían dejado no mucho tiempo antes.

Y mientras correteaba trisca que te trisca por acá y por allá me preguntaba a menudo si realmente los estaría encontrando.

Lo que sí constataba a medida que transcurrían los días y las horas era que me estaba volviendo a enamorar.

Oh, cielos!
 
1:11


MINKANDÁ, Cap XX PANADERÍA (clip 2:36,58)


2:36,58
Tengo para mí que cualquier elección deja fuera una o más posibilidades. Cuando los congoleses 'eligieron' ndoki eliminaron cosas como por ejemplo la banca.
La sociedad civil carece de bancos. Si reúnes un poco de dinerito (1), entonces tienes un problema, amigo. A ver cómo lo solventas.
Tus parientes se enteran, se te acercan. Te felicitamos. Lo celebramos comiendo, bebiendo, cantando. Pagando tú que para eso tienes dinerito y te pedimos un poco, no mucho.
Ah, pero yo les digo que no puedo ni siquiera prestado: tengo planes para invertir en un buen negocio.
Cuidado, amigo! Corres serio peligro! Si en represalia te echan mal de ojo -ndoki- vas arreglado, te va a pasar algo. Primero va de aviso. Luego la cosa se pondrá peor (me refirieron casos hasta de muerte por envenenamiento. Mi viudedad, desde luego, era un caso sangrante de ndoki: averigua quién ...)

La cultura animista, atribuye vida anímica y poderes a los objetos de la naturaleza y creen en la existencia de espíritus que animan todas las cosas (los obispos también). Esa es su coartada: no han sido ellos los causantes de tus males, los espíritus lo fueron. A veces se reúne el clan familiar durante interminables horas -o días- para dilucidar las causas de por qué el primo fulanito ha contraído la polio o el sida. O se ha roto una pierna. Todo, todo tiene un porqué. Hay que averiguarlo, pues detrás, encima o al lado está el ndoki: a ver cómo salimos de esta.
Entonces tú, que conoces de sobra esta mecánica, les das un poco de tu dinerito no vaya a ser que te caiga el mundo encima.
Tanto dinerito ahorrado vas soltando que cuando te quieres dar cuenta se evaporan tus dineritos. Adiós negocios, bienestar, planes de futuro. Los parientes y amigos íntimos vuelven a sus cercanos o lejanos quehaceres. O sea, a holgar, que para trabajar ya están ellas. Si acaso cazar o pescar. Así que, bancos para guardar, ¿qué?
Nuestras sociedades del norte no 'elegimos' el ndoki. Pero nos quedamos con la banca. Por ejemplo. Vivimos inmersos en una sopa bancaria, rodeados de sucursales por el N, el S, el E y el O. Por tierra, mar y aire. Cada aldea, barrio o esquina. Todos ahora con su deudita incorporada que vamos pagando entre todos con la mejor buena voluntad (!).
Nos va diferente. Somos, no sé cómo diría yo: otra cosa más civilizada, más desarrollada. Progresista, sí. Nos va bonito. Ellos nos admiran, nos envidian. El 80 % de ellos daría cualquier cosa por subirse al norte.
(1) Reunir dinerito: pero no a base de sueldos. La insignificante minoría que trabaja lo hace por unos 12 €/mes cuando los cobra. Con ese dinerito en el bolsillo se les plantean grandes dilemas. Por ej., comprar un saco de mandioca (el alimento básico para toda la familia para todo el mes) o una pastilla de jabón: y punto ... final!

miércoles, 2 de octubre de 2013

MINKANDÁ, Cap XXIV y último (clip 7:26,64)

¡ MI VIDA por ESOS OJOS del último fotograma,
y EL GRITO que se escucha, MI GRITO !
 ¡ Gracias ! 

Un breve resumen de los 23 capítulos anteriores, con las imágenes más significativas y otras muchas inéditas. Además de los
 
TÍTULOS de CRÉDITO
(fondo musical: percusión de tambores OKIWOWO)
 
Fin de CUADERNOS DE UN GRAN VIAJE, con
mi reconocimiento más profundo a
 
EDUARDO FERRER GRIMA
sin cuya curiosidad proclamada en septiembre del 2013,
estas ENTRADAS que hoy terminan
no hubieran visto nunca la luz en este Blog.
Gracias, Eduardo